Nunca desvelaremos del todo el misterio de la Prehistoria: la ausencia de testimonios escritos y la escasez de huellas materiales hacen que el estudio de esta época sea siempre una empresa lenta y dificultosa. Y, sin embargo, en estos primeros pasos de la civilización se encuentran las raíces del mundo actual: la elaboración de los primeros utensilios, el nacimiento del arte, la invención de la ganadería y la agricultura, la aparición de las ciudades... En este apartado descubriremos cómo se dieron estos primeros pasos en el territorio vasco.
El Paleolítico
Los datos más antiguos que poseemos sobre la presencia del ser humano en el País Vasco corresponden al Paleolítico inferior: el ser humano ya existía en esta zona hacia el 200.000 a.C.
Pero, en general, todo el Paleolítico vasco nos ha dejado abundantes restos que nos permiten estudiarlo en profundidad.
Paleolítico inferior (200.000-100.000 a.C.). No se conservan huesos humanos, sólo utensilios tallados en piedra y objetos punzantes de arenisca, sílex, basalto y cuarcita, de la cultura achelense.

Paleolítico superior (35.000-8.500 a.C.). Aparecen los hombres de Cromañón, que fabrican utensilios más sofisticados y perfeccionan las técnicas de caza (practican en grupo el ojeo, acoso y captura de las piezas). Se conservan pocos restos humanos de esta época, pero hay importantes muestras de arte rupestre en las cuevas de Ekain y Altxerri.
El Mesolítico
El Mesolítico (10.000-3.500 a.C) es el período de transición entre el Paleolítico y el Neolítico. Durante esta época se produce el final de la glaciación: el deshielo hace ascender el nivel del mar y el territorio vasco se cubre de una capa vegetal y una fauna propias de latitudes templadas. Algunas especies adaptadas al clima frío, como el rinoceronte lanudo o el mamut, se extinguen a causa del aumento de temperatura; otras, como el reno, consiguen emigrar al norte.
El ser humano sigue siendo un depredador, pero diversifica sus actividades. Ahora, además de cazar (ciervo, sarrio, cabra montesa, jabalí, corzo) y recolectar frutos, se dedica también al marisqueo. Sigue viviendo en cuevas y abrigos rocosos, aunque encontramos algunos emplazamientos en zonas de media montaña, como Fuente Hoz, La Peña y Aizpea.
Las viviendas y los poblados exteriores empiezan a sustituir a las cuevas. Los yacimientos que conservamos de esta época son escasos, y destacan los de Ispaster, Marizulo (Urnieta), Arenaza y Santimamiñe.
El Neolítico
A finales del Mesolítico, se producen diversos cambios económicos y sociales, y a la aparición de nuevas técnicas que alcanzarán su apogeo en el Neolítico (poco antes del 3000 a.C.). Las formas de vida cambian radicalmente. Así, en el plano de la tecnología, aparece la piedra pulimentada y la cerámica. En la economía, el cambio más importante consiste en que el hombre empieza a producir sus propios alimentos. Aunque la caza, recolección, marisqueo y pesca siguen siendo formas de subsistencia, las comunidades humanas van descubriendo la ganadería (domestican cabras, ovejas, cerdos, vacas) y la agricultura.
Aparece un incipiente urbanismo, que se traduce en la construcción de chozas y poblados. Yacimientos neolíticos, como los de Arenaza, Santimamiñe y Kobeaga (Vizcaya), Marizulo y Herriko Barra (Guipúzcoa), y Fuente Hoz, Los Husos y Peña Larga (Álava) nos han dejado muestras de esta evolución.
También hay cambios en la iconografía y los ritos funerarios. A finales del Neolítico, los hombres depositan los cuerpos de sus parientes en habitáculos de las cuevas, y bajo los primeros dólmenes.
La Edad de los Metales (Calcolítico y Edad de Bronce)
Se distinguen tres etapas en el desarrollo de la metalurgia:
Calcolítico (Eneolítico o Edad de Cobre, 2500-1800 a.C.).
Edad de Bronce (1800-900 a.C.).
Edad de Hierro (a partir del 900 a.C.).
Durante el Calcolítico el hombre empieza a trabajar el cobre y el oro. Con ellos fabrica punzones, leznas, hachas, puñales, puntas de flecha y anillos. La cerámica es campaniforme. El hombre va sustituyendo las cuevas por cabañas al aire libre.
Durante la Edad de Bronce se perfeccionan las técnicas metalúrgicas. Los poblados se agrandan y comienzan a mostrar cierta organización. Las cabañas se agrupan y se construyen elementos comunales, como pozos o murallas. En las cuevas de Solacueva y Los Husos (Álava), podemos ver esta evolución
El Calcolítico y la Edad de Bronce han dejado abundantes restos sobre tierras vascas. Los restos humanos de la época, procedentes de depósitos funerarios, revelan que predominaban dos grupos:
La raza pirenaico-occidental, o grupo montañés costero, asentado en la montaña y en la costa de Guipúzcoa y Vizcaya.
La raza mediterráneo-grácil, o grupo meridional, que ocupaba la zona sur, hacia el valle del Ebro.
Había otros grupos menos numerosos (paleomorfos, alpinoides&), residuos de otras etnias o llegados de otras tierras.
La Edad de Hierro requiere un estudio más detallado, por lo que volveremos sobre ella más adelante.
El predominio de la ganadería
Durante la Edad de los Metales, el pastoreo se convierte en la principal forma de vida del ser humano, especialmente en las zonas montañosas. El transcurrir de las estaciones obliga a los rebaños a desplazarse periódicamente, de forma que los pastores recorren grandes distancias. La trashumancia pone en contacto distintos asentamientos humanos, que así descubren nuevas creencias y formas de vida. La cultura de los grupos vascos se enriquece, ya que añaden nuevos elementos a sus tradiciones. Es posible que el sistema de comunidad de pastos con propiedad privada del ganado proceda de esta época. Aberatsa (rico, en euskera) procede de la palabra abere (ganado), lo que nos da una idea de lo ligados que estaban la propiedad y el concepto de riqueza.
Los megalitos en el País Vasco
Durante unos dos milenios, entre el Neolítico final y la Edad de Bronce, los habitantes del País Vasco dejaron de enterrar a sus muertos en el suelo de las cuevas y empezaron a construir dólmenes. También fueron frecuentes en esta época los depósitos colectivos en galerías interiores de cuevas (Kobaederra en Vizcaya, Peña Larga en Álava, Urtao II en Guipúzcoa).
En Euskadi se han catalogado más de 700 dólmenes, repartidos por la práctica totalidad del territorio. Hay diferencias entre los meridionales y los de la zona septentrional. En el norte son más pequeños, se encuentran en collados y divisorias de aguas y tienen cámaras de forma rectangular. Los del sur son más grandes, tienen cámaras poligonales y corredores de entrada, y el ajuar funerario y las cerámicas campaniformes encontrados en ellos son más abundantes.
En esta época, sobre todo a finales de la Edad de Bronce, encontramos también el crómlech, un monumento funerario pensado para la incineración. Consiste en un círculo de losas o piedras clavadas verticalmente en el suelo. Su diámetro suele estar entre los cuatro y los diez metros, y se encuentra en collados o cresterías de montaña. Durante la ceremonia funeraria, los restos del difunto se depositan en el centro del crómlech (en un vaso de cerámica, en una pequeña cámara formada con pequeñas losas o directamente bajo tierra). Asociados a los crómlech y próximos a éstos, pueden aparecer también menhires o monolitos. En el caso del crómlech de Egiar (Oyarzun), forman incluso parte del mismo círculo.
La Edad de Hierro

Durante la Edad de Hierro, las casas se organizan en manzanas y calles, y algunos poblados están amurallados. Hay casas de planta rectangular, con cubierta a una o dos aguas, y viviendas circulares, con tejados cónicos y un tamaño más reducido.
La incineración de cadáveres es habitual en esta época. Las cenizas se colocan en urnas de cerámica que se entierran en campos de urnas (necrópolis) o bajo los crómlech. En collados montañosos del área pirenaica, noreste de Guipúzcoa y oeste de Vizcaya, las cenizas se colocan bajo un túmulo de piedras y tierra, o en una depresión del suelo enmarcada por un crómlech. En las cercanías de estos monumentos abundan los menhires, monolitos sencillos que consisten en una losa de gran tamaño colocada verticalmente. Aunque corresponden a la cultura del Bronce, parece ser que los crómlech perduraron en las zonas de montaña durante la Edad de Hierro.
Dólmenes
Los dólmenes vascos se hallan en zonas en las que el pastoreo ha persistido hasta nuestros días. Suelen estar formados por una cámara de planta cuadrada o poligonal: sobre tres, cuatro o más losas clavadas verticalmente en el suelo se coloca otra u otras a modo de cubierta. La cámara de estas construcciones puede ser rectangular (tres o cuatro losas verticales) o poligonal (cinco o más losas). Estas últimas suelen ser de mayor tamaño.
Las cámaras suelen estar orientadas de oriente a occidente: las cabezas de los difuntos se sitúan al este y los pies al oeste, lo cual parece reflejar algún tipo de culto al sol. También hay en el País Vasco, aunque en menor cantidad, dólmenes de tipo corredor, que cuentan con un pasillo o galería que da acceso a la cámara. De este tipo, precisamente, es el famoso dólmen de la Choza de la Hechicera, situado en Elvillar (Álava). Su cámara está formada por ocho losas. El corredor tiene cinco metros de longitud y una losa de separación lo divide en dos partes. Otro megalito interesante es el dólmen de Ausokoi, en la sierra de Aralar. Su suelo enlosado pudo servir para condensar las inhumaciones más profundas, lo cual indicaría que era frecuente reutilizar sepulcros antiguos.
Arte rupestre
Los primeros habitantes del País Vasco, a lo largo del Paleolítico, desarrollaron el arte rupestre, que se ha conservado en un reducido grupo de cuevas. Las muestras más importantes se encuentran en las de Santimamiñe (Vizcaya) y Ekain (Guipúzcoa).
Las pinturas de la cueva de Santimamiñe, datadas en el Magdaleniense medio, fueron descubiertas en 1916 por J.F. Bengoechea. En el grupo pictórico más importante, situado en una pequeña cámara casi circular, destaca un panel en el que seis bisontes rodean a un caballo. En una antecámara hay figuras incompletas de caballos y bisontes. En total son unas 50 figuras, algunas, grabados, pero la mayor parte, pinturas.
También del Magadaleniense medio son las pinturas de Ekain, que fueron descubiertas en 1969 por A. Albizuri y R. Rezabal. En ella se encuentra un conjunto de caballos y una serie de animales (bisontes, ciervos, cabras montesas…). Autoridades del arte rupestre sitúan la importancia de las pinturas de Ekain al nivel de las de Altamira, Niaux o Lascaux.
Nota: Sobre los megalitos, dolmenes y arte rupestre le anexara mas información y fotos en otros apartados
Nota: Sobre los megalitos, dolmenes y arte rupestre le anexara mas información y fotos en otros apartados
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